
#Headquarters
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AN HQ SERIES
LOGISTICS DISTRICT
Asola (MN), Italia.
Todo se reduce a la responsabilidad.
Cuando un producto se acerca a su destino final, el proceso no se vuelve necesariamente más fácil. La “última milla” es la etapa en la que la precisión no admite negociación: el último paso antes de que un producto entre en un hogar, donde no hay margen para el error.
Incluso en un sistema optimizado por la automatización, el factor humano sigue siendo esencial para garantizar que todo llegue exactamente como debe. En los últimos años, los sistemas automatizados han redefinido la estructura y el ritmo de nuestras operaciones logísticas. Es innegable: con la automatización industrial, tanto el volumen como la velocidad de procesamiento de pedidos han aumentado drásticamente. Hemos eliminado los cuellos de botella que antes nos frenaban.
Cada noche cargamos los pedidos del día, y durante la madrugada el sistema reorganiza el almacén para que los siguientes pasos se ejecuten de la manera más fluida y eficiente posible. Pero antes de que algo salga de nuestro centro logístico, siempre nos corresponde a nosotros comprobar que nada ha fallado.
Con este sistema, los errores son raros – quizá una vez al mes. Pero si no los detectamos nosotros, lo hará el cliente. Y eso no es una opción. El margen de error puede acercarse a cero, pero nuestra tolerancia debe ser cero absoluto.
Las máquinas confían en las personas. Siguen órdenes con precisión. Pero las personas no pueden confiar ciegamente en las máquinas, porque en nuestro proceso la tecnología no corrige errores humanos. Por eso cada artículo que sale de aquí se inspecciona con un cuidado obsesivo, con manos y ojos humanos.
A veces, avanzar significa dar un paso atrás. La tecnología debe elevar la calidad, no solo acelerar el ritmo. Y cuando no lo hace, vale la pena replantear el equilibrio.
Por eso decidimos volver al trabajo meticuloso de nuestro equipo – personas en quienes confiamos plenamente. Empezamos con el embalaje de los calcetines y trasladamos el mismo cuidado al empaquetado y al etiquetado, todo hecho a mano.
Este sistema nos permite enviar miles de artículos cada día, reduciendo drásticamente los errores y reforzando una verdad a la que siempre volvemos: el motor humano sigue siendo lo que impulsa todo lo que hacemos.
"En el pasado utilizamos sistemas de embalaje automatizados. Los probamos con nuestros calcetines. Pero nos dimos cuenta de que estábamos sacrificando algo en términos de calidad, que siempre debe seguir siendo nuestra máxima prioridad."
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